Que a Robert Silverberg le gusta profundizar
en la mente y en las relaciones humanas no es ningún secreto.
De hecho, buena parte de sus obras intentan abrirse paso en estas
cuestiones y otras relacionadas, pero creo que es aquí, en
esta magnífica obra llamada El hombre en el laberinto donde va más lejos en su particular búsqueda.
El argumento de la novela es increíble,
tanto por su sencillez como por su profundidad: un hombre es encierra
voluntariamente en un laberinto alienígena extremadamente
peligroso para huir de la humanidad que lo ha rechazado, mientras
un grupo de militares lo busca como última esperanza para
salvar la especie humana.
A Silverberg no le interesaba narrar una serie
de aventuras entorno al laberinto, no quería escribir un space-opera. El autor se fija más en aspectos como
la psicología humana, la soledad, el encierro, la meditación
y se fija en realizar una crítica a la humanidad en general,
se propone en definitiva intentar describir sentimientos muy arraigados
y profundos de los personajes, en un ambiente salvaje y peligroso.
Un tema recurrente del autor en arias de sus
obras en la redención de los pecados. En esta novela también
he hacho un inciso en el trato del pecado y del mea culpa, y en
cierta manera el Laberinto es una forma de purgar el pecado capital
de la megalomanía.
Silverberg nos habla de la soledad, del poder,
de los sentimientos, de la tensión
en parte me ha recordado
vagamente a la obra maestra que es Las
Estrellas mi destino, puede que por el tema de la soledad y
la venganza. En parte también, he rememorado Solaris,
seguramente por el sentido de la maravilla o por la incapacidad
de comunicación entre el hombre y otra raza extraterrestre.
Me ha gustado mucho y no puedo explicar exactamente
por qué:El hombre en el laberinto critica
pero da esperanza, abre caminos pero también los cierra;
profundiza en la comprensión del universo pero no proporciona
soluciones precisas. Es una novela amena pero de conceptos volátiles.
Una gran libro de su época dorada
(finales de los 60 y comienzos de los 70) que no se puede dejar
escapar.
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